En Chile, nuestro pasado está marcado por momentos de profundo dolor y sufrimiento, pero también por la resiliencia y la fortaleza de quienes han superado esas adversidades. No buscamos perpetuar el recuerdo desde una perspectiva de víctimas, sino desde un compromiso colectivo de aprender y transformar.
Reconocemos que las experiencias de detención y tortura durante el gobierno militar dejaron cicatrices en nuestra sociedad, pero también forjaron una determinación inquebrantable para construir un futuro mejor. Nuestra memoria cultural es un testamento a esa capacidad de superación, un faro que guía nuestras acciones para que estos horrores jamás se repitan.
Es vital que, como sociedad, recordemos y aceptemos nuestras diferencias. A quienes piensen distinto, les invitamos a reconocer y aceptar sus errores, entendiendo que sólo a través del respeto mutuo y la comprensión podemos avanzar juntos. Nuestro objetivo no es cargar con el pasado, sino integrarlo como una lección valiosa que nos impulsa hacia adelante.
Juntos, conmemoremos y aprendamos de nuestra historia para asegurar que nunca se borren estas memorias y que Chile siga siendo un país de diversidad, aceptación y progreso.
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